El hambre emocional consiste en utilizar la comida para sentirse mejor. Es decir, es un tipo de ansiedad que nos hace comer, aunque no tengamos apetito, para gestionar problemas personales. Suele ocurrir cuando sufrimos estrés, estamos tristes o por mero aburrimiento. En el blog de hoy te contamos cuáles son sus consecuencias y cómo superarlo. Especialízate y descubre más con nuestros Másteres en Nutrición.

¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional es un trastorno alimentario que nos provoca comer al confundir los sentimientos con el hambre sin ser conscientes de ello. Se caracteriza por sentir una gran necesidad por comer, de forma impulsiva y descontrolada. Normalmente en estas circunstancias no se tiene apetito real, pero se utiliza como anestésico de lo que sentimos. Creemos que es una forma de gestionar las emociones negativas.

¿Qué provoca el atracón emocional?

Algunas de las emociones que nos llevan a comer frecuentemente son el aburrimiento, la soledad, la ansiedad, la ira, el estrés, el enfado, la depresión o la baja autoestima.

Se genera una necesidad de comer, aunque no se tenga hambre fisiológica. Es decir, se quiere alimentar el cuerpo para estar mejor. También es común tener un sentimiento de culpa cuando el estado de ánimo no mejora después del atracón. Por lo tanto, al no resolverse, surge una sensación de decepción, tristeza y frustración.

Este tipo de hambre es frecuente en personas autoexigentes que han probado muchas dietas y las han fracasado. Por otro lado, una mala rutina también puede aumentar el atracón emocional.

Consecuencias

Normalmente no se te tienen en cuenta las consecuencias. La persona convierte en costumbre comer sin sentido. Eso significa que en algunos casos se acaba sufriendo sobrepeso u obesidad. Aunque también hay posibilidad de sufrir otros trastornos alimentarios como bulimia o anorexia.

¿Cómo acabar con el hambre emocional?

Sentir hambre no es lo mismo que tener hambre. Si se come de forma organizada, es decir, cinco veces al día, no hay probabilidad de tener hambre. Para poder controlar esta sensación y empezar a cambiar esta situación, te damos algunos consejos:

Acudir al nutricionista y/o a un psicólogo en paralelo

Ponerse en manos de un profesional puede aportar muchos beneficios. Como, por ejemplo, te ayuda a ser consciente y a comprender que una necesidad emocional no se soluciona con comida. Y también te enseña a identificar la situación que provoca el hambre emocional.

Realizar técnicas de relajación y respiración

De esta forma, cuando aparezcan las ganas de comer de manera inapropiada puede ayudarte a calmarte. Con dos o tres respiraciones es probable que no se coma tan compulsivamente.

No dejarse llevar por el “me apetece”

Es importante saber cuándo es una necesidad fisiológica y cuándo se come de forma compulsiva para esconder las emociones. Hay que saber controlar nuestros impulsos.

Hacer cosas para distraerse

Cuando no estamos pensando en comer porque tenemos la mente ocupada es más fácil controlar el hambre emocional. Por ejemplo, se puede salir a la calle, llamar a alguien, hacer alguna actividad o deporte, etc.

Beber agua antes de comer

Esta acción puede reducir la ansiedad y calmarte antes de ingerir cualquier alimento.