La artrosis cervical o cervicoartrosis es el desgaste o degeneración del cartílago de las cervicales. Esta patología incide en las articulaciones entre cada dos vértebras. Se considera que puede aparecer debido a la suma de ciertos factores genéticos y ambientales. Aun así, en algunos casos hay una causa clara, como un traumatismo previo, una infección, una malformación congénita o pinzamiento del nervio. Para saber cómo tratarla y mejorar la calidad de vida, ¡sigue leyendo! Y si te has quedado con las ganas de aprender más, no dudes en echar un vistazo al curso de Auxiliar de Clínica de Tratamiento de Lesiones.

Síntomas de la artrosis cervical

Aunque existen distintas causas para desarrollar cervicoartrosis, los síntomas son muy claros. Estos son:

  • Dolor y rigidez de cuello.
  • Intensificación del dolor al mover el cuello.
  • Rigidez temporal que mejora con el movimiento.
  • Limitación de la movilidad.
  • Dolor de cabeza.

Este dolor se encuentra principalmente en los músculos, tendones y ligamentos que rodean las articulaciones. El cartílago, al no tener nervios, no siente molestias. La enfermedad puede aparecer tanto en hombres como en mujeres de cualquier edad, pero especialmente entre los 30 y los 50 o más. A medida que pasa el tiempo, el riesgo aumenta.

No obstante, no hay que relacionar la artrosis cervical a todo dolor de cuello. Esto se debe a que existen otras causas frecuentes que pueden producir malestar, como las posturas mantenidas en el trabajo, en las labores del hogar o el sueño.

En algunas ocasiones la cervicoartrosis es asintomática y se puede detectar mediante radiografías o RX simple. También a través de resonancias magnéticas o una electromiografa para medir la velocidad de la conducción nerviosa.

Tratamiento para mejorar el dolor de cervicales

Existen varias alternativas parar tratar el dolor de cervicales: medidas físicas, fármacos y cirugía. A continuación te las detallamos.

Medidas físicas

  • Dormir en una buena posición, es decir, cabeza y cuello alienados con el cuerpo. Se recomienda el uso de una almohada pequeña bajo el cuello y varios cojines para elevar los muslos.
  • Evitar mantener el cuello flexionado durante mucho tiempo.
  • No coger pesos pesados.
  • Realizar movimientos y estiramientos lentos de cuello y hombros.
  • Fisioterapia para corregir la postura, alinear la columna y fortalecer la musculatura.
  • Aplicar calor local mediante una manta eléctrica o una bolsa de agua caliente, durante varias veces al día y durante 10 minutos aproximadamente.
  • Reposo cervical.
  • Collarín blando, en caso de que sea necesario.

Fármacos

La analgesia convencional (paracetamol) es el tratamiento habitual. En caso de no ser suficiente se podrían tomar antiinflamatorios durante la fase aguda del dolor.

Si el paciente sufre una complicación neurológica, como la compresión de una raíz nerviosa, el reumatólogo requerirá otro tipo de fármacos. Los más recetados son la pregabalina o la gabapentina.

Cirugía

Esta última opción se recomienda cuando el resto de tratamientos no han logrado controlar el dolor y el paciente se siente muy afectado por la enfermedad. Recurrir a la cirugía es muy poco probable, se indica en menos del 1% de los pacientes.