La anorexia nerviosa es uno de los trastornos de la conducta alimentaria más conocidos y que afecta, por desgracia, a miles de personas en todo el mundo. Sus orígenes aún no son claros, pues se considera que la genética juega una parte muy importante. Por otro lado, la presión social a la que estamos sometidos diariamente es un aliciente para que muchas personas desarrollen conductas obsesivas con su apariencia física.

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¿Qué es la anorexia nerviosa?

La anorexia nerviosa es un trastorno alimenticio caracterizado porque, quien la sufre, controla su peso y su figura corporal a niveles extremos. El miedo a subir de peso y la necesidad constante de perderlo mueven al paciente a realizar prácticas nada saludables. Dejar de comer o reducir en exceso la ingesta de alimentos, hasta estar horas y horas practicando deporte. Estos son algunos de los síntomas, que ampliaremos más adelante.

Aunque el individuo se sacrifique diariamente y baje de peso hasta niveles peligrosos para la salud, nunca estará satisfecho. La percepción, totalmente distorsionada, sobre su propio cuerpo, le incita a seguir consumiéndose lentamente.

La anorexia nerviosa no es perjudicial únicamente para nuestro estado de salud, sino que perjudica nuestras relaciones afectivas, sociales, familiares e, incluso, laborales. Esto se debe a que este tipo de trastornos suelen ir acompañados de ansiedad y depresión, así como conductas irritables y violentas. Prácticas habituales, como salir a tomar algo con los amigos o comer delante de otras personas, se convierten en imposibles. La anorexia toma por completo el control de tu vida y es muy complicada de tratar y superar. Atender a tiempo a una persona con anorexia puede salvarle la vida y/o prevenir fallos orgánicos fatales, así como todo tipo de secuelas psicológicas. Con la terapia adecuada y la medicación indicada se puede sobrellevar y dar por “curada”, aunque siempre quedará alguna que otra huella.

Las causas son variadas, y contemplan factores biológicos, relacionados con la genética; factores psicológicos, relacionados con trastornos de personalidad límite o compulsiva; y, finalmente, factores relacionados con el entorno y la presión social, que fomenta la delgadez. Asimismo, pasar por etapas de cambios o novedades, como una ruptura amorosa, un divorcio o una mudanza, pueden desestabilizar mentalmente al individuo y propiciar la aparición de este desorden.

Síntomas más comunes

El cuadro diagnóstico de la anorexia nerviosa es muy completo y abarca tanto síntomas físicos como conductuales y emocionales. A continuación, presentamos los síntomas más comunes y aquellos que se detectan con mayor facilidad, incluso sin la necesidad de análisis de sangre u otras pruebas físicas.

Síntomas físicos

  • Pérdida excesiva de peso, incluso si se encuentra dentro de los límites del IMC.
  • Fatiga.
  • Insomnio.
  • Mareos y desmayos.
  • Cabello fino y quebradizo. Pérdida de cabello.
  • Vello suave por todo el cuerpo, especialmente en la espalda.
  • Ausencia de la menstruación en el caso de mujeres.
  • Piel seca y amarillenta.
  • Presión arterial baja.
  • Ritmo cardíaco irregular.
  • Intolerancia severa al frío.

Síntomas conductuales

  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Irritabilidad.
  • Conducta agresiva.
  • Conducta impulsiva. Este comportamiento suele llevar a prácticas perjudiciales como el consumo de drogas, el gasto de dinero compulsivo u otras prácticas abusivas.
  • Restricción de la alimentación. Incluye desde dejar de comer durante horas o días, hasta el abandono completo o parcial de ciertos productos, como los hidratos de carbono o las grasas. Muchas personas sienten pánico al verse forzadas a consumir determinados alimentos. La pasta, el arroz o el aceite son alimentos “prohibidos” para personas con anorexia.
  • Adopción de “rituales” perjudiciales para la salud. Por ejemplo, masticar la comida y no tragarla, sino escupirla, o beber agua en exceso para paliar el hambre.
  • Práctica excesiva de ejercicio.
  • Conductas sociales anormales relacionadas con la alimentación. Por ejemplo, deniegan salidas para cenar o, en caso de que acepten, llevan su propia comida. Muchos pacientes se aíslan socialmente para evitar estas situaciones y la mayoría no prueba bocado en público.
  • Los períodos de atracones y vómitos (bulimia) también son habituales.
  • Disminución del interés por las relaciones sexuales y afectivas.

La anorexia nerviosa, junto con otras enfermedades mentales, es uno de los trastornos más difíciles de tratar. La colaboración de la persona afectada es esencial para su recuperación, y ese suele ser uno de los peores obstáculos. Las personas que sufren anorexia no suelen reconocer el problema. En caso de que acepten la ayuda, no suelen seguir las indicaciones de su médico. Lograr el tratamiento adecuado, con terapia y medicación, es una tarea complicada que suele requerir de numerosas sesiones con psicólogos y psiquiatras. Se estima que la recuperación puede durar años, y muy pocas personas que han sufrido anorexia nerviosa consideran que han logrado superarla al cien por cien.

Es esencial que, tanto como profesionales, familiares o amigos, aprendamos a detectar un caso de anorexia nerviosa y actuar a tiempo. El mero descuido puede conducir al paciente a sufrir fallos orgánicos y a la aparición de otras enfermedades físicas y mentales y trastornos de la personalidad. Y aún más importante, tratar a tiempo a estas personas evitará pensamientos suicidas e, incluso, les salvará de morir.